Consideramos la educación fundamental
para nuestras vidas, para convivir en nuestra sociedad, para desempeñar un
trabajo…, pero, ¿realmente sabemos lo qué es?
Desde la antigüedad ya tenemos
definiciones de lo que es y posiblemente no diste mucho de lo que pensamos
ahora, sin embargo, ¿la educación de hoy es la adecuada, estamos aprendiendo
algo en el colegio, o son meros conocimientos encadenados que no tiene un fin,
sino tan sólo son un medio?¿Encontramos la diferencia entre enseñar y educar?
El concepto de educación para el romano
Séneca, era fundamentalmente “vida buena”, y podemos hacer alusión a la idea de
“vida buena” del griego Sócrates, sobre la que profundizó cuatro siglos antes.
Hay que distinguir “vida buena”, la que busca la perfección, la verdad y el
bien de la “buena vida”, considerada como búsqueda de la comodidad, del placer
y de las riquezas.
Sócrates se decidió por la vida buena a
costa de sacrificar la buena vida, murió defendiendo la libertad de pensamiento
sin componendas. Su pupilo, Platón, aferró parte de este pensamiento y lo
completó diciendo, que la educación del hombre, y en especial la del gobernante
es el único camino para llegar conforme a una sociedad justa. La “auténtica
filosofía” (educación), es según Platón la fuente del saber sobre lo que es bueno
y justo, tanto en la vida privada como en la pública.
Otro autor que le precede es,
Aristóteles, según el cual, el hombre busca la idolatría, hacerse un dios de
los bienes materiales, de disfrutar de la “buena vida” llena de materiales, y
la sucesiva acumulación de ellos no nos apaga la sed, sino que la aumenta.
La “buena vida” y la verdadera cultura
buscan el cultivo de la inteligencia (aprender a pensar), de la voluntad
(aprender a querer el bien) y de la afectividad (aprender a querer a los demás,
desarrollando buenos sentimientos hacia otros).
Y sin olvidarnos de Séneca, que como
romano aprendió todos estos compendios de pensamiento griego y los asumió en su
pensamiento, exponiendo que aprendemos para la vida y no para la escuela,
defendía que la educación tuviera un fin práctico. Formar a ciudadanos que
aprendieran a trabajar de forma competente, y por otro lado, formar a ciudadanos
que aprendieran a convivir con provecho en la vida social. Vivir en torno a la
virtud, a la coherencia, en unidad
entre pensamiento y conducta, vivir con autenticidad y fidelidad con uno mismo
y vivir para la solidaridad en la vida social.
Creo que debemos de quedarnos con una
frase de su pensamiento que es fundamental para entender la sociedad en la que vivimos “Largo es el
camino de los preceptos pero breve y eficaz el de los ejemplos”.
Todos ellos pensadores, filósofos de la
antigüedad, que ya desde hace siglos nos marcaban el camino que debe de seguir
la educación, en sendero correcto para poder aprender, enseñar, compartir
conocimientos de forma correcta.
También hay grandes pensadores en el S.XX
como el gran pedagogo Decroly, que decía “La escuela ha de ser para el niño y
no el niño para la escuela”.
Una vez sintetizado brevemente diferentes
ideas de pensamiento, podemos tener una nueva perspectiva de lo qué es la
educación y de cómo la estamos tratando.
La educación en España posiblemente no
sea muy buena, está supeditada a cambios continuos cuando llega al poder otro gobierno,
¿el profesorado es el más adecuado?, ¿por el simple hecho de tener una
carrera ya puedes trasmitir unos
conocimientos?
Actualmente somos muchos los que
obtenemos una carrera universitaria, somos una masa con titulaciones
superiores, pero estamos verdaderamente cualificados para desempeñar esas
funciones por las cuales nos hemos preparado durante cuatro o cinco años.
En el colegio nos enseñan a leer, sumar,
restar… pero que hay de nuestro propio pensamiento, quién nos enseña a tener
una opinión propia, una vida buena y no una buena vida.
Muchas son las personas que se piensan
que en la escuela se educa, pero no nos confundamos, en el colegio aprendes, te
enseñan, la educación la recibes de muchos otros ámbitos diferentes, de la
sociedad, de tu familia, del colegio…
Hoy en día como decía Aristóteles nos
encanta idolatrarnos con bienes materiales, cuantos más tengamos, más ricos
somos, y si somos ricos es porque hemos conseguido llegar algo, y es aquí donde
me pregunto, ¿ese algo que hemos conseguido ha sido gracias a la educación, a
lo que nos enseño un profesor aquel día cuando estudiábamos?
Si preguntas a los más pequeños que
quieren ser de mayor posiblemente te digan Messi, C. Ronaldo, Hana Montana… y
¿quién de esos ídolos tiene una carrera, quién ha conseguido llegar hasta ahí
con sus estudio? Pues realmente la respuesta es nadie.
Es recompensado por la sociedad llevar
una vida buena, buscar una perfección en lo que haces, ser el mejor, buscar la
verdad de las cosas, ser un buen ciudadano dando lo mejor de tu trabajo a ésta…
Posiblemente aquí entremos en el debate
de si la educación de ahora es peor que la de antes, que si los profesores
están verdaderamente cualificados o lo que sería más correcto si verdaderamente
tiene una vocación o simplemente aprueban una oposición para tener un trabajo
fijo el resto de su vida.
Se puede decir que la función de un
profesor en los últimos años es enseñar no educar… trasmitir una serie de
conocimientos (cada vez menores y además delimitados por el gobierno) a unos
alumnos, sin que esa enseñanza suponga un ejercicio de razonamiento para el
alumno, utilización de su cerebro de algo más que para memorizar datos…
La enseñanza de la retórica en la
antigüedad permitía al alumno ejercitar no sólo su expresión ante el público,
sino la utilización de la razón, ver y prever el razonamiento del oponente y
planificar contraargumentos a su discurso…
Nuestro mundo, lleno de avances
tecnológicos, ha olvidado la importancia del aprendizaje de las humanidades en
el desarrollo educativo de los más pequeños, relegando la historia, la
filosofía, los ejercicios de comentario de texto o la literatura a la memoria
de unas cuantas fechas históricas y al
aprendizaje de nuevas lenguas, cuando la mayoría de las veces no tenemos un
conocimiento, ni tan siquiera somero de la nuestra…
Y sigo preguntándome, si este olvido no
es sólo un plan meditado de nuestros gobernantes buscando en sus ciudadanos un
buen rebaño de ovejas que balen y sigan a su pastor de turno en bloque y sin
quejas… si enseñamos y no educamos, no pensarán por sí mismos.
Por eso el oficio del profesor es uno de
los más difíciles y a la vez el más fácil, es una antítesis continuada. Es
sencillo enseñar una cosa sin mostrar el por qué, decir que todas las opiniones
valen por igual, pero es difícil no explicar las razones que llevan a ese
fin, y a ese fin le precede un
principio, en el cual, hay un porqué.
Es muy triste que se beneficie la buena
vida antes que la vida buena, pero como decía Aristóteles en la virtud esta el
término medio, y como expuso Sócrates es mejor morir por la vida buena que por
la buena vida.
Andrea Requejo Zubillaga